Incontinencia Urinaria (IU): Un mal que tiene solución o mejora en la mayoría de los casos

Publicaciones entre 2007 y 2018

El sobrepeso, los embarazos, el parto, la edad y hasta los ejercicios con mucho rebote pueden favorecen el debilitamiento de los músculos del piso pélvico y con ello, la incontinencia urinaria.  Sin embargo, existen técnicas que ayudan a evitar este problema. Eso sí, hay que ponerlos en práctica ojalá desde antes de la maternidad.

La incontinencia urinaria (IU) se define como la pérdida involuntaria de orina, que causa un problema higiénico y/o social a la persona que lo padece. A lo largo de su vida, las mujeres tienen 30% de riesgo de presentar esta patología, la que suele incrementarse después de la menopausia, pudiendo llegar hasta un 60% en la tercera edad.

“La IU es una condición que no mata a la persona, pero sí mata su calidad de vida y su autoestima. De hecho, se estima que alrededor del 30% de las mujeres que padecen algún tipo de IU tienen asociado un grado de depresión, señala Octavia Ihnen, matrona coordinadora de la Unidad de Uroginecología y Piso Pélvico de la División de Obstetricia y Ginecología UC. 

Existen diferentes tipos de incontinencia urinaria; la de esfuerzo es aquella en que ocurre pérdida de orina al toser, estornudar o hacer una fuerza. Es más frecuente en el postparto y alrededor de la menopausia. La urgeincontinencia es el deseo imperioso y repentino de orinar, que muchas veces no se puede contener antes de llegar al baño. Es más común en pacientes post-menopáusicas y en la tercera edad. Y, finalmente, la incontinencia mixta, que incluye ambas situaciones.

Afortunadamente, en muchos casos la incontinencia urinaria se puede prevenir, mejor y/o tratar cuando ya ha aparecido.

“La IU de esfuerzo se produce, en la mayoría de los casos,  por defectos anatómicos producidos como consecuencia de los partos vaginales, del sobrepeso, la tos crónica, la constipación, entre algunas de las causas más frecuentes. Cuando somos jóvenes, las mujeres producimos estrógenos que nos ayudan a mantener el tono de la musculatura del piso pélvico, pero cuando llega la menopausia y dejamos de producir estas hormonas, el problema puede manifestarse, reaparecer o agudizarse”, explica Octavia Ihnen.

“Es común, pero no es normal”

Aunque este cuadro suele ser frecuente -sobre todo en mujeres mayores- Octavia Ihnen llama a no considerarlo algo normal, con lo que haya que convivir o resignarse a padecer. “Orinarse no es normal en ningún periodo de la vida”, recalca.

Por ello es importante comenzar con una prevención idealmente antes del embarazo. “Se debe  preparar la musculatura del piso pélvico, con ejercicios preventivos cuyos objetivos son la mantención del tono y fortalecimiento muscular, para poder sobrellevar de mejor manera el peso que la gestación ejerce sobre el piso pélvico. A partir de la semana 34 de embarazo, los ejercicios se pueden combinar con masaje perineal, el cual se realiza en pareja y cuyo objetivo es favorecer la elongación y la elasticidad de los tejidos del piso pélvico, facilitando el paso del feto, lo cual podría disminuir en algunos casos la probabilidad de desgarros o la necesidad de realizar una episiotomía para ampliar el canal del parto”, precisa esta especialista.

En condiciones normales, una mujer puede retomar sus ejercicios preventivos a las 48 horas post parto e idealmente mantenerlos de por vida. “Lo óptimo es que estos ejercicios sean enseñados por profesionales especialistas en el tema,  que puedan evaluar adecuadamente a la mujer, enseñarle a realizar una correcta contracción de la musculatura del piso pélvico e indicarle alguna pauta preventiva, pues hay muchas mujeres que piensan que realizan los ejercicios correctamente, pero al ser evaluadas se observa lo contrario.

“Algo muy frecuente de encontrar son las mujeres que ensayan sus ejercicios cortando el chorro al orinar, lo cual no es recomendado”, señala esta matrona.

Medidas prácticas

Además existen varias medidas conductuales que pueden ayudar a controlar los episodios de escape en las mujeres que presentan IU por urgencia, como reducir el consumo de alimentos irritantes de la vejiga, como el café, el té, las bebidas cola, el tabaco y el alcohol, entre los más comunes; orinar cada 4 horas, idealmente sin posponer el deseo de orinar;  favorecer la ingesta de líquidos en la mañana y evitarlos después de las 20 horas, así como alimentarse con comida rica en fibras para evitar la constipación.

“Si con el cambio de hábitos y los ejercicios no logramos disminuir los episodios de escape y mejorar la calidad de vida de la paciente, entonces se evalúa la posibilidad de realizar tratamiento con una kinesióloga de piso pélvico y, posteriormente, la factibilidad de incorporar fármacos al tratamiento en el caso de la IU de urgencia. En la IU de esfuerzo, posterior al tratamiento kinésico, se evalúa la opción de una intervención quirúrgica”, agrega.

Lo más importante, en todo caso, es la prevención, insiste Octavia Ihnen: “tener conciencia de cuidar nuestro piso pélvico, realizando una rutina de ejercicios preventivos, conocer qué tipo de alimentos irritan la vejiga, consumir dos litros de líquido al día y tener hábitos saludables. Y si en algún minuto de la vida hay una pérdida involuntaria de la orina que afecta la calidad de vida, hay que consultar al especialista, y no dejarse estar”, concluye.

¿Qué hacer para evitar la IU?

  • Fortalezca los músculos de su piso pélvico por medio de ejercicios. Le será más fácil acordarse de hacerlos si los relaciona con alguna actividad cotidiana determinada, por ejemplo; después de lavarse los dientes, después de almuerzo y al acostarse en la noche.
  • Beba por lo menos 1,5 litros de líquido, salvo que su médico le recomiende lo contrario.
  • Acuda al baño a orinar máximo cada 4 horas.
  • Prevenga el estreñimiento, ya que el esfuerzo crónico para poder obrar puede dañar su musculatura del piso pélvico.
  • Mantenga un peso adecuado.