

La menor, afectada por cáncer, recibirá una terapia que podría dejarla infértil.
Con el fin de asegurar la preservación de su fertilidad, cirujanos del Hospital Clínico de la Universidad Católica realizaron el viernes la primera criopreservación de tejido ovárico a una niña chilena.
La menor, de ocho años, será sometida el próximo martes a un trasplante de médula y a una posterior radioterapia que puede alterar su función hormonal y reproductiva. Esto la convertía en candidata ideal a la técnica de preservación de tejido ovárico, un procedimiento desarrollado en Bélgica y que hoy se aplica en diferentes países, sobre todo en adolescentes y mujeres que son sometidas a agresivas terapias anticáncer que pueden afectar la funcionalidad de sus ovarios.
Precisamente, este aspecto convenció a los padres de la niña -que salió bien de la cirugía- de congelar el tejido ovárico. “La mamá tenía muy claro que su hija no le iba a perdonar en el futuro que no hubieran utilizado esta técnica, sabiendo que estaba disponible”, dice el doctor Francisco Barriga, oncólogo que ha atendido a la pequeña.
“En niñas que aún no llegan a su pubertad, lo más complicado tras la radioterapia es la pérdida de su función ovárica y la fertilidad, que obliga a recurrir a terapias de reposición hormonal”, dice el doctor Barriga. No obstante, se ha visto que hay niñas que logran menstruar. En tal caso, el tejido ovárico congelado puede usarse para reponer la fertilidad cuando se ha perdido.
Operación simple
Pese a que en el mundo hay más de 250 casos de criopreservación de tejido ovárico -tres de ellos han logrado un embarazo-, el procedimiento aún se considera experimental.
Por medio de una cirugía laparoscópica se extraen trozos de tejido sano del ovario, que luego se congelan en nitrógeno líquido por, al menos, cinco años. La idea es, en caso necesario, reimplantarlos en la paciente cuando está totalmente recuperada del cáncer, como explica el doctor Enrique Oyarzún, jefe del Departamento de Obstetricia. “Es una cirugía simple que no afecta en nada la terapia oncológica”.
Se estima que unas 20 niñas pueden verse beneficiadas por esta técnica cada año.