¿Qué nos revela la placenta?

Publicaciones entre 2007 y 2018

Este órgano, adherido al útero, y a través del cual se establece el intercambio de oxígeno y sustancias nutritivas entre la madre y el embrión, tiene un papel esencial en la programación fetal de las enfermedades crónicas que puede tener el niño en edad adulta.

La placenta no es sólo el órgano que facilita el intercambio de sustancias nutritivas, oxígeno y desechos metabólicos entre el organismo de la futura mamá y el del feto, sino que también cumple otras importantes funciones durante la gestación. Por ejemplo, protege de agentes patógenos al feto en crecimiento y es fuente de variadas hormonas que controlan el metabolismo y crecimiento fetal. Por lo mismo, una adecuada función placentaria es clave para un embarazo exitoso y de paso, evitar complicaciones como la preeclampsia, macrosomía fetal (> 4 Kg) y restricción de crecimiento intrauterino (RCIU), asociadas a cambios estructurales y funcionales de la placenta. 

Y tan importante es el rol que tiene este órgano que investigadores de la División de Obstetricia y Ginecología de la Red de Salud UC CHRISTUS han realizado diversos estudios acerca del papel que tiene la placenta en la programación fetal de las enfermedades crónicas del adulto.

Visiones

Durante el proceso de gestación, junto con la implantación del embrión se inicia el desarrollo de la placenta, que tiene su principal etapa de formación entre la semana 8 y 12 de gestación, madurando hasta la semana 22-24 donde ocurre su mayor crecimiento. “Esto es  muy interesante porque el crecimiento de la placenta ocurre antes del crecimiento fetal. Entonces si la placenta crece bien lo más probable es que el feto también lo hará. En cambio si en la circulación materna que alimenta la placenta así como en la placenta misma se pesquisan alteraciones vasculares en etapas tempranas, lo esperable es que esa gestación se asocie a alteraciones en el crecimiento fetal”, comenta el Dr. Bernardo Krause, investigador adjunto de la División de Obstetricia y Ginecología.

La placenta tiene dos componentes principales. Un componente que realiza el intercambio de nutrientes desde la madre hacia el feto y -en el sentido contrario- trasfiere los deshechos metabólicos del feto hacia la circulación materna. El segundo componente vital es el sistema vascular placentario que se encarga de regular el flujo entre el feto y la placenta, que también ha sido objeto de investigación por este grupo de científicos. ¿Y por qué pudiera ser relevante este componente vascular placentario? “En el estudio de la placenta han existido dos enfoques”, comenta el Dr. Krause. “Hay ciertos grupos que han estudiado el sistema vascular de la placenta  como algo que afecta únicamente el desarrollo fetal, y otros investigadores que hemos estudiado la placenta no sólo cómo afecta el desarrollo fetal sino cómo su función vascular puede condicionar el riesgo de enfermedad cardiometabólica durante el ciclo vital, no sólo durante su niñez, sino en su vida adulta”. Adicionalmente enfatiza “vemos la placenta como parte del origen de la salud del individuo a largo plazo. Nuestras investigaciones buscan identificar si existen factores comunes en la disfunción placentaria presente en diversas condiciones asociadas a crecimiento fetal alterado; o si la disfunción placentaria propia de patologías diversas, tales como preeclampsia, restricción del crecimiento intrauterino, obesidad materna, etc. son distintas”.

Hallazgos

Durante la investigación iniciada el 2001 por la Dra. Casanello, trabajo que continúa en la actualidad, los profesionales han realizado diversos hallazgos en la placenta. 

  • Factores medioambientales: Aparte de la carga genética que pueden incidir en la placenta, también hay factores medioambientales, siendo la dieta materna el de mayor incidencia.  Las otras condicionantes son el nivel de estrés de la madre y alguna disfunción vascular materna que no haya sido evidente hasta antes del embarazo.
  • Árbol vascular de la placenta: En el embarazo normal la placenta tiene un árbol vascular muy rico, con muchas ramas que se dividen abundantemente. En cambio en una placenta de un feto con restricción de crecimiento intrauterino hay pocos vasos y ramas largas con poca arborización.
  • Las placentas de fetos con restricción del crecimiento intrauterino tienen más zonas infartadas. Tienen signos, además, de ateromas y signos de calcificaciones, todos signos de deterioro vascular. 
  • Mayor riesgo cardiovascular: Uno de los siguientes pasos es saber si desde los vasos sanguíneos de la placenta se puede obtener información de la función cardiovascular del niño. “Existen algunas evidencias al respecto porque los niños que nacen con restricción de crecimiento intrauterino tienen alterada su capacidad vasodilatadora en la circulación sistémica (aorta, arterias braquiales, etc.) y placentaria, lo que en la adultez se traduce en mayor riesgo cardiovascular”.
  • Grupos de niños con bajo peso al nacer tienen condicionado epigenéticamente la capacidad de producir la enzima que determina la relajación en los vasos placentarios. “Tienen una menor capacidad de relajación vascular porque sus células endoteliales tienen cambios en la expresión de proteínas que se relacionan con la función contráctil. Puede que esté determinado genéticamente o bien que la interacción  entre el medio ambiente y los genes que poseen generen este cambio de comportamiento llamado mecanismo epigenético”.
  • Patrones epigenéticos distintos: “Lo que hemos podido encontrar es que -en al menos un gen que es muy importante para la función del endotelio- existen patrones epigenéticos distintos entre las células de una placenta de un embarazo normal comparado con un embarazo de restricción de crecimiento uterino.
  • Cambios en capacidad de respuesta: Las células de una placenta normal al parecer tienen una mayor diversidad epigenética, lo que podría asociarse a una mayor diversidad de respuestas, mientras que en las células endoteliales de la placenta con restricción de crecimiento habría una limitación de la capacidad de respuesta. Va a responder sólo al estrés y no a condiciones normales.